memoria

s. f.
Inglés 
memory
Etimología 

Del latín memoria 'facultad mental mediante la que se aprehende y retiene'.

Definición técnica 

Facultad psíquica o capacidad mental que permite recordar información almacenada en el cerebro (ideas, imágenes, acontecimientos, sentimientos, etc.). La memoria se puede clasificar atendiendo a su duración (inmediata, a corto plazo, a largo plazo) o a su contenido (memoria de trabajo, episódica, semántica, procedimental).

Explicación 

La memoria no deja de ser un proceso cognitivo del que nos valemos para registrar los datos que consideramos importantes, desde un recuerdo sentimental (el día del nacimiento del primer hijo, del primer nieto) hasta la lista de la compra o la calle en que hemos dejado aparcado el coche. En el proceso de registrar esos datos hay una fase especialmente importante: la de fijar la atención en un momento o hecho concreto con el fin de retenerlo. La calidad e intensidad de la atención que prestemos en ese momento al hecho en sí será fundamental para retener el recuerdo con la máxima calidad posible. De ahí que los recuerdos que asociamos con momentos especialmente importantes de nuestra vida sean más vivos que otros: en su momento prestamos tanta atención y pusimos tanto esmero en retener cada detalle que, al recuperar el recuerdo, nos vuelve con mucha intensidad. Por el contrario, las informaciones a las que apenas prestamos atención o que no nos resultan tan relevantes se fijan con peor calidad en el "disco duro" que es nuestro cerebro y, por lo tanto, será más difícil acudir a ellas en el futuro.

La memoria puede clasificarse de dos maneras: según su duración (puede ser inmediata, reciente o remota) o según su contenido (de trabajo, episódica, semántica o procedimental).

Todos los tipos de memoria se ven afectados de un modo u otro durante el curso de la enfermedad de Alzheimer. La primera que empieza a fallar es la memoria inmediata y la reciente (o a corto plazo): el enfermo no es capaz de retener siquiera por unos segundos determinada información para llevar a cabo una acción determinada y tampoco puede ya aprender información nueva ni recordar hechos sucedidos recientemente, lo que provoca comportamientos inadecuados (como volver a lavarse los dientes por no recordar que ya se los ha lavado hace un rato). La memoria remota o a largo plazo es la que más tiempo conserva el enfermo de Alzheimer, pues es la que más datos alberga de nuestra biografía y cuya fijación en su momento fue más intensa. Por otro lado, si clasificamos la memoria según su contenido, veremos que en el alzhéimer se afecta principalmente la memoria semántica desde las fases tempranas de la enfermedad, aunque es más adelante cuando se hace patente. La memoria semántica es la que nos permite saber el nombre de las cosas, su significado y relacionar unos conceptos con otros. Con la memoria episódica, por su parte, es con la que almacenamos fechas, lugares, datos y sucesos concretos de nuestra vida, y el enfermo de Alzheimer comienza a perder estos datos sobre los hechos más recientes en el tiempo, mientras que los más lejanos se mantienen intactos por más tiempo.

La pérdida o deterioro de la memoria es posiblemente la manifestación más reconocible y conocida de la enfermedad de Alzheimer, pero no la única. De hecho, el deterioro de la memoria está relacionado con el envejecimiento del cerebro: su peso y volumen se reducen con la edad y se producen cambios en el metabolismo de las neuronas y en los vasos sanguíneos, tanto en personas sanas como en personas que padecen algún tipo de demencia. En esas últimas, sin embargo, dicho deterioro no va ligado únicamente al normal transcurso del tiempo, sino que se agrava por distintas manifestaciones de la enfermedad en el cerebro. En el alzhéimer se dan dos circunstancias que inciden directamente en la pérdida de memoria: por un lado, la enfermedad ataca a las neuronas y a la red que las comunica creando ovillos neurofibrilares y placas seniles o amiloides en la red que comunica unas neuronas con otras. Por otro lado, se produce una atrofia de la corteza cerebral y los lóbulos cerebrales resultan dañados: en ellos se alojan las funciones cognitivas básicas del ser humano, desde el lenguaje hasta la capacidad de razonar, pasando por la transmisión de sensaciones gustativas o táctiles.  

Ejemplos 

«La memoria es la persona. Prive usted a alguien de sus recuerdos y dejará de existir como tal. Al desvanecerse la memoria, paulatina o súbitamente, el yo deja de estar en la conciencia y a partir de entonces sólo existe el cuerpo» (Campbell, 2014: s. p.).

«A cierta altura, un bisabuelo encuentra a su bisnieto. El bisabuelo está completamente chocho (sus pensamientos tienen el color del agua) y sonríe con la misma beatífica sonrisa de su bisnieto recién nacido. El bisabuelo es feliz porque ha perdido la memoria que tenía. El bisnieto es feliz porque no tiene, todavía, ninguna memoria» (Galeano, 1989: 82).

«Como dije, yo ya me estoy despidiendo. El día en que no me reconozca y no hable, la trataré con respeto y amor. Pero será diferente. Porque, cuando pierde la memoria, el ser humano pierde mucho. Si no tenemos nostalgia, recuerdos y un proyecto, no tenemos nada» (Simón Esteban, 2012: 227).

Formas complejas 
memoria explícita
memoria reciente
memoria inmediata
memoria a corto plazo
memoria a largo plazo
memoria episódica
memoria de trabajo
memoria semántica
memoria procedimental
memoria implícita
Referencias bibliográficas 

Campbell, Federico (2014): Padre y memoria. Barcelona: Ed. Océano.

Cruz, Adriana y Paz Gómez-Polledo (2003): «Glosario de demencias (I): enfermedad de Alzheimer», Panace@, 4 (13-14): 227-238. <http://www.medtrad.org/panacea/IndiceGeneral/n13-14_tradyterm-demencias.pdf>.

Galeano, Eduardo (1989): El libro de los abrazos. Madrid: Siglo XXI.

Gillies, Andrea (2009/2011): Las amapolas del olvido. Madrid: Planeta. Traducción de Atalaire.

Simón Esteban, Pedro (2012): Memorias del alzhéimer. Madrid: La Esfera de los Libros.